Desprecio a los docentes en tiempos de crisis: la ofensiva de Becerra y Martens contra el magisterio peruano.

Por Leonardo Serrano Zapata.

Mientras en el Perú algunos exministros de Educación se permiten despreciar públicamente al magisterio, la UNESCO nos confronta con una realidad alarmante: el mundo necesitará 44 millones de docentes de primaria y secundaria para 2030. Esta cifra no es un simple dato estadístico; es el anuncio de una catástrofe educativa global que se gesta en silencio, alimentada precisamente por actitudes como las de Marilú Martens, exministra de Educación y hoy director de la ONG CARE quien en una entrevista sostuvo: 《No son los más talentosos los que dicen me voy a Educación》 por otro lado el también exministro de educación y hoy vicerrector académico de la Universidad Politécnica del Perú, Óscar Becerra señaló: 《Tenemos profesores que no entienden lo que leen ni recuerdan la historia de un pollo muerto》.

¿Cómo pretendemos atraer a jóvenes talentosos hacia la docencia cuando quienes dirigieron el Ministerio de Educación muestran desprecio por la profesión docente?

La escasez mundial de docentes no es casualidad. Es la consecuencia previsible de décadas de maltrato sistemático: salarios indignos, condiciones laborales precarias, sobrecarga de trabajo, falta de reconocimiento social y, el colmo, el escarnio público de quienes deben ser sus defensores. Si seguimos por este camino, el déficit proyectado alcanzará también al Perú, y será apenas el comienzo de una crisis mucho mayor.

El informe de la UNESCO debería ser una llamada de atención urgente para el Perú. No podemos darnos el lujo de alienar a nuestros maestros cuando el mundo entero enfrenta una crisis de talento docente. Cada comentario despectivo de un exministro no solo aquí el orgullo profesional de miles de educadores; disuadir a potenciales maestros de abrazar esta vocación esencial.

Miles de docentes peruanos ingresamos a la Carrera Pública Magisterial superando exigentes procesos meritocráticos. Nos formamos continuamente, invertimos en especializaciones, dominamos tecnologías educativas, atendemos diversidad de retos en nuestras aulas y enfrentamos complejidades sociales que exceden lo pedagógico. Somos precisamente el tipo de profesionales que el mundo necesita. O ya se olvidaron que al igual que el personal de salud fuimos los docentes quienes sostuvimos a la humanidad en la reciente pandemia, sin embargo, nos tratan como si fuéramos prescindibles o incompetentes.

En el Perú, de acuerdo a ENAHO (Encuesta Nacional de Hogares) al 2025, casi ocho millones de personas no concluyeron la educación básica, cifra de la que también son responsables exministros como Martens y Becerra. Aun así, desvalorizan a los docentes, quienes enfrentamos cada año una tasa de deserción del 2,6% y el reto de cerrar esta brecha. Resulta paradójico que Martens, exdirectora de la EBA, y exministros como Flor Pablo, Daniel Alfaro, Ricardo Cuenca, Morgan Quero, Jaime Saavedra y otros ministros no hayan priorizado la modalidad de Educación Básica Alternativa (EBA). Este año, solo 200 mil estudiantes están matriculados en EBA, apenas el 2,5% de la brecha nacional. Ojalá la gestión del ministro Figueroa Guzmán en 2026 asuma finalmente el compromiso de revertir esta situación.

Señor ministro, muchos no conocen la existencia de los CEBA en el país, y los candidatos a la presidencia en las próximas elecciones del 2026, no tienen un plan para reducir la brecha de deserción escolar, equivalente a casi una cuarta parte de la población, no solo evidencia décadas de abandono estatal. Es un claro mensaje desmoralizador frente a una esperanza de país. Gran parte de nuestro capital humano no tiene educación básica, sólo existe indignación y ninguna propuesta.

La estrategia es perversa: desacreditar al magisterio usando como pretexto el resentimiento político por el expresidente Pedro Castillo. Esta generalización malintencionada ignora deliberadamente que cada profesión tiene sus excepciones lamentables, pero eso no define al colectivo. ¿Juzgaremos a todos los abogados por casos de corrupción? ¿A todos los médicos por casos de mala praxis? La lógica selectiva revela el prejuicio subyacente. Martens y Becerra no comulgan con Pedro Castillo, pero qué culpa tenemos los docentes del país. No tenemos por qué aceptar su desprecio generalizado.

La advertencia de la UNESCO debe interpretarse correctamente: sin maestros suficientes y bien preparados, el futuro de millones de niños está en riesgo. África Subsahariana necesitará 15 millones de docentes; Asia meridional, otros tantos millones. Pero la crisis no distingue geografías: es global, y afecta tanto a países en desarrollo como a economías avanzadas que también luchan por retener y atraer talento docente.

El Perú debe revertir urgentemente esta cultura del desprecio. Necesitamos autoridades que entiendan que la educación de calidad comienza por valorar genuinamente a quienes educan. Que comprenden que cada comentario ofensivo es un sabotaje al sistema educativo.

Los 44 millones de maestros que el mundo necesita no aparecerán mágicamente. Surgirán de sociedades que respeten, dignifiquen y reconozcan la trascendencia de la profesión docente. Mientras nuestros exministros sigan atacando al magisterio, estaremos contribuyendo activamente a profundizar esta crisis global.

La hora del respeto y la dignificación del maestro es ahora. Esto también pasa por una pensión de jubilación justa para los docentes cesantes, tarea que luego de 25 años queda en manos del legislativo y el ejecutivo. Por una profesión docente digna. No al desprecio docente.