La izquierda no prende: pataletas de Alanoca y Chau.
Por Leonardo Serrano Zapata.
La campaña aún no empieza, pero la izquierda ya muestra que algunos de sus
productos políticos no convencen. Solo quedan las pataletas. Como la del ex
precandidato presidencial de la alianza Venceremos, Vicente Alanoca, quien
alega haber sido víctima de racismo por no ser elegido por las bases para
encabezar la fórmula presidencial. No hace más que darles la razón a los
delegados. Quizá vieron en él a alguien que no representa los ideales de la
alianza, no solo por su tibieza frente a Nicolás Maduro o por sus fallidas
entrevistas. Su reacción pública solo evidencia su inmadurez democrática. Si le
cuesta aceptar la falta de adhesiones a su propia causa, no quiero imaginar su
rol si llegara al poder.
Por supuesto, siempre hay quienes, con complejo de Adán, se creen los
primeros y los elegidos por naturaleza. Para ellos, cualquiera que no comulgue
con su prédica merece repudio, incluso apelando a la victimización racial.
Alanoca acaba de mostrarnos cuál es su verdadera postura frente a la
democracia: hacer berrinche cuando la democracia interna no lo favorece. Mal
hace la alianza en mantener a alguien que será el primero en hacer contra
campaña contra su propio candidato. Una vez en el poder —si llegaran— la
historia reciente muestra que la izquierda suele fracturarse. Venceremos no
sería una bancada sólida, solo un barco para sobrevivir a la campaña y pasar la
valla.
Algo similar ocurre con López Chau. Sus compañeros, hoy apartados del
partido, reclaman en redes sociales por unidad y democracia dentro de Ahora
Nación.
Primero estuvo la penosa entrevista con el profesor Modesto Montoya. Luego,
la de octubre pasado con Rosa María Palacios, donde Chau demostró no conocer el
programa Beca 18, dejando al desnudo su falta de preparación. Si su capital
político es la educación superior universitaria, afirmar que Beca 18 “es un
subsidio a las universidades” revela un profundo desconocimiento de la gestión.
La también abogada, tuvo que corregirlo: “Es un subsidio al alumno, no a la
universidad”. Chau insistió: “Favorece a las universidades de Acuña”. Palacios
volvió a aclarar: “El estudiante elige a dónde desea ir”. Y ante el evidente
desorden conceptual, la analista política terminó la entrevista: “No entiendo
nada”, dijo antes de cerrarla. Chau desaprovechó el espacio para mostrar
propuestas.
Conviene recordar que en Beca 18 el postulante se matricula primero —con sus propios recursos— en una universidad pública o privada, y una vez es alumno puede postular a la beca. Es decir, puede y debe elegir dónde estudiar, y debe pasar un proceso de admisión para obtener la beca. Si esa es la postura de Chau sobre la educación superior, queda claro un resentimiento hacia el empresariado universitario que sobrevivió a la purga de instituciones incapaces de demostrar Condiciones Básicas de Calidad (CBC). Además, no planteó propuestas serias para reformar la educación superior. Solo insistió en su agenda de purga política contra quienes considera su némesis durante la campaña: Acuña y otros empresarios del sector. Hasta hoy no ha vuelto a referirse al tema. Tal vez no sea su fuerte. Entonces, ¿cuál es? ¿La economía? ¿La seguridad? No se sabe, porque tampoco ha presentado ideas claras en esos ámbitos.
La izquierda aún no logra convencer. Todavía arrastra el peso de haber
llevado al poder a Perú Libre, con Castillo y Boluarte: un matrimonio político
que acabó en divorcio y que podría terminar en cárcel para ambos. El Poder
Judicial nos contará el resto del capítulo.
A cinco meses de las elecciones, los partidos siguen depurando sus listas. Y
el 23 de diciembre, como si los peruanos nos hubiéramos portado mal, nos
entregarán carbón antes de navidad: la lista oficial de sus candidatos.

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